jueves, 3 de diciembre de 2009

Un suponer

Pongamos el caso de una chica joven que entra a trabajar en una empresa, hasta ese momento únicamente ha realizado trabajos de escasa relevancia. Empieza trabajando desde abajo, esto no es como la mili donde el valor se supone, debe demostrar su valía antes de darle cierta responsabilidad dentro de la compañía.
Poco a poco y, después de coger ciertas tablas (nadie nace aprendido, tiene que haber cierto adiestramiento del trabajo a desempeñar), devuelve la confianza depositada en ella con creces: ha resultado que no sólo aprende rápido sino que además es mejor que sus propios jefes. Tanto es así que incluso estando éstos de vacaciones, su ausencia no se nota porque nuestra protagonista desempeña su trabajo y el de ellos con total solvencia.
Pero la vida es injusta y la empresa por la que se está dejando la piel, a pesar de sus logros evidentes y de que está mejorando a costa de ella, no le mejora el contrato, no la ascienden, vamos que los peces gordos se afeitan para arriba y no muestran interés alguno por premiarla de alguna forma.

Un talento así, no pasa desapercibido y resulta que empieza a ser conocida en el sector de negocios en el que se mueve, los competidores de esta empresa no son tontos y ven el negocio claro: hay que hacerse con sus servicios.

Así que un buen día por fin la fortuna se alía con ella y la competencia directa de su empresa le pone encima de la mesa la oportunidad de su vida. Obviamente ni se lo piensa ¿realmente les debe algún tipo de lealtad a esa gente?
La cara de tonto que se les debió quedar a los gerifaltes debe ser para verla: “¿Cómo no pudimos verlo venir?”

Planteado así, la cosa está clara y las voces que sonarían serían del tipo: “en la empresa esa son unos negreros de mierda, les está bien”, “Qué bien hizo la tía esta”. Ahora, la cosa cambia si le ponemos cara y nombre a esta persona y ésta no es otra que Pilar Rubio. En ese caso cambiamos el “pobre chica” por “traidora”, o incluso vamos más allá como los de la revista El Jueves y la llamamos “la gilipollas de la semana”. Es más, en algún post de algún foro he llegado a leer que se ha traicionado a si misma y no hay peor traición que esa.
Y yo que pienso que precisamente a ella misma no se ha traicionado, porque ¿acaso si la audiencia no hubiera respondido los jefazos de La Sexta no le habrían rescindido el contrato sin ningún tipo de miramiento?, ¿Se habrían preocupado por su situación? Cada cual que mire por su propio trasero porque los demás no lo van a hacer por ti.

Realmente la noticia es un verdadero un shock mediático, no deja de ser curioso que pasemos de denunciar el trabajo de Telecinco tildándolo de telebasura y de repente vayamos a formar parte de ese circo mediático que tanto parecíamos despreciar y del que tantas veces nos hemos cachondeado. Pilar Rubio es a La Sexta lo que Figo al Barça, aunque la cadena de televisión, se ha tomado con bastante más elegancia su derrota que en su día los culés.
De todos modos no nos engañemos, esto no deja de ser un negocio y “Se lo que hicisteis” vive de lo que critica, que lo hace con gracia no puede negarse y, que conste que soy seguidora de este programa pero las cosas claras y el chocolate espeso.
Ahora la pregunta es: ¿será Telecinco capaz rentabilizar su fichaje estrella?

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