Probablemtente todos aquellos que estén al tanto de mis gustos en materia de televisión esperaban que comenzase el repaso a las que, en mi opinión, son grandes series que pertenecen ya a la historia de la pequeña pantalla, con otra. Es verdad, que pensé empezar con la serie de los seis amigos, pero tengo que reconocer que fue con Ally la primera vez que me di cuenta que realmente tenía una verdadera adicción con una serie y me parece justo que empiece con ella.
Maestro, música para amenizar la lectura:
Voilá:
Cuando Telecinco tuvo la feliz idea de comenzar a emitir la serie en España, corría marzo del año 1999, quedaban menos de un año para inaugurar el milenio que ahora gastamos, una servidora iba todavía al colegio (concretamente cursaba 3º de ESO) y ocupaba su tiempo libre en el conservatorio (estudié piano 9 años) y a la práctica de la natación (deporte que practiqué desde los 5 hasta los 16 ambos incuídos). Me gustaba la tele sí, pero no sabía lo que se me iba a venir encima. Es más, de aquellas había la norma en casa por la cuál mi hermana y yo no podíamos ver la tele por semana, lo que supuso que tuve que ver gran parte de la serie al dia siguiente de su emisión gracias a la existencia de un vídeo VHS en mi casa.
La serie era novedosa por varias razones: hasta entonces no había prácticamente ninguna serie (a excepción de la Doctora Quinn) cuya protagonista fuera una mujer. Es más, me atrevería a decir que Ally McBeal fue pionera en materia de shows televisivos destinados principalmente al consumo por parte del público femenino.
También aportaba la novedad de protagonistas femeninas que no eran amas de casa dedicadas en cuerpo y alma a su familia: eran profesionales preocupadas por avanzar en sus carreras de la misma forma que lo hacían de su vida personal o por buscarse una (vida personal, se entiende).
Innovadora también, a la hora de hacernos llegar los pensamientos más profundos de la protagonista de una forma totalmente original: a través de visiones en las que se podía ver como se le salía la lengua cuando veía a una "hombre apetitoso", o nos mostraba un contenedor en el que se volcaba a la persona que quería desterrar de su vida, o el cuchillo en la espalda cuando se sentía culpable por traicionar a alguien...
Considero también una innovación el ambiente en el que se desarrolla la serie: no se trata de un bufete serio en el que se llevan casos de asesinato, robo etc, como las series de abogados al uso. Se trata de una oficina con servicio unisex en la que se aceptan todo tipo de casos cada uno de los cuáles es todavía más disparatado que el anterior (especialmente los de acoso sexual). Una firma en la que sus abogados se comportan como verdaderos adolescentes y que, cuando van a los tribunales, despliegan todo tipo de estratagemas ridículas con tal de ganar los casos.
¿Cómo se atraía al público masculino? (que aunque minoritario, también lo había). Las protagonistas eran abogadas esculturales que bien podrían estar en portadas de revistas en lugar de en los tribunales. Otro elemento que podría tacharse de machista es el afán de Ally por "encontrar marido". Su obsesión era tal que dicha búsqueda llegó a convertirse en el eje central de su vida de tal forma que regía su estado de ánimo, la forma en la que llevaba sus casos...
Como mujer que soy ¿me sentía o me siento ofendida? rotundamente NO. ¡Por el amor de Dios! es una serie, es ficción y además en tono claro de comedia. ¿Cómo me voy a sentir ofendida? Es más, esa búsqueda enfermiza de novio que, alguna gente de mi entorno de entonces calificó de humillante y degradante para la mujer, trajo consigo alguno de los momentazos más graciosos de toda la serie. ¿O no fue inolvidable la imagen de Ally vestida de dama de honor pisoteando y pasando por encima de todas las invitadas solteras de una boda con el unico objetivo de conseguir el ramo de la novia y ser, de este modo, la siguiente en casarse?
Para mí, el elemento diferencial, lo que hizo que la serie pasase de gustarme mucho a convertirse en una adicción, fue la aparición del dúo Ling-Nelle en la segunda temporada. Ver a dos personas que no se molestaban por maquillar su palabras para no herir sentimientos, mostrar su desagrado por Ally "la gran protagonista", repartir estopa a distro y siniestro entre todo el elenco portagonista, saber que eran odiadas por el resto de las chicas del bufete y no sólo no importarles sino que se dedicaban a tirarles del genio.... simplemente me encantaba. Y aún así, de vez en cuando dejaban a un lado esa máscara de damas de hielo para mostrarnos su cara amable. ¿Cómo odiarlas? Más bien las idolatraba.
Cómo olvidar la enfermiza inseguidad de Jonh Cage "Bizcochito" que se manifestaban a través del tartamudeo, el silbido nasal y la terapia sonriente. O las frivolidades, aforismos varios y teorías machistas disparatadas de Richard Fish. Podría considerarse el precursor de los 90 de las "true stories" de Barney Stinson.
Mención también merece Elaine, la cotilla secretaria de Ally, artista frustrada e inventora en sus ratos libres, entre otras cosas del famoso "sujetacaras" que le trajo algún que otro quebradero de cabeza legal. Renee la compañera de piso de Ally en cuya boca no tenía filtro de ninguna clase y soltaba lo primero que se le venía por la cabeza sin pensar en las consecuencias.
Billy, el objeto de deseo eterno de Ally (aunque soy de las que dicen que el amor de Ally fue Larry) hasta que la muerte los separó, tras pasar él por una extraña crisis de los 30 que hizo que se tiñera el pelo, fuera acompañado a todos lados por un puro ridículo y siente mujeres y que, finalmente, le acabó costando su divorcio de Georgia. Por más que intentó odiarla, Ally no fue capaz y terminó haciéndose amiga de la mujer que, a priori, debería ser su rival. Georgia era una mujer casada que se comportaba como una soltera más, pero que estaba casada únicamente para justificar el triángulo amoroso que fue eje central de la serie durante cierto tiempo.
Y no puedo acabar el post sin hacer mención de Vonda Shepard, la cuál supuso una innovación más en la serie: por primera vez la música en sí se convertía en una protagonista más de la serie, sirviendo para mostrar los estados de ánimo de la protagonista que la usa para evadirse de su vida, superar traumas etc. La música, concretamente la de Barry White, es usada por Cage y Fish para preparse para sus citas románticas, dando lugar a momentos memorables de la serie como la performance improvisada en el unisex de la canción "You´re the first, the last my everything".
Para mí, esta serie protagonizada por la abogada menudita que se plantaba a defender sus casos en el tribunal embutida en una de sus famosas minifaldas, es sencillamente inolvidable.