miércoles, 30 de junio de 2010

Gracias, Abelardo

En varias ocasiones, he mencionado que era asidua de un ciclo de cine clásico que se está celebrando en Ourense, en el que, además, había un coloquio de la mano del actor Abelardo Gabriel. El próximo lunes día 5 se iba a proyectar la última película:  "El esplendor en la hierba".  No se si al final la habrá o no, lo que seguro no habrá será el coloquio. Ayer por la tarde, falleció Abelardo Gabriel.
A mi la noticia, me dejó de piedra. Sinceramente, nunca seguí su carrera como actor al pie del cañón, me suena de alguna serie nacional (más que nada por Al salir de clase) y, sobretodo, de series de la Televisón de Galicia. Pero le tendré que agradecer eternamente el que me ayudase a descubrir verdaderas joyas cinematográficas que, sabía perfectamente que existían y estaban ahí, pero a las que nunca  les presté la atención que se merecían. Con las explicaciones que daba en su coloquio, no sólo ponía de relieve las partes más interesantes de la película, sino que te daba datos con curiosidades varias en torno a los actores, rodaje etc y te abría los ojos de cara ver cosas que se te pasarían por alto en un primer visionado de la película. En definitiva, que me ayudó a ser un poco menos inculta en lo que al séptimo arte se refiere.

Su enseñanza en nosotros desde luego que trascendió y, últimamente, todas las películas que vemos son clásicas. Vemos las que no pudimos ver en el ciclo y, empezamos a "explorar" por nuestra cuenta.
Cuando le conté la noticia a una de las personas del grupo que solíamos ir, me djo que, precisamente, había pensado hace poco en él y que le daban ganas de llevarle a la próxima peli una caja de bombones como agradecimiento. Os aseguro que hubiéramos ido a medias o le hubiera comprado otra yo también.

lunes, 28 de junio de 2010

De mudanza...

Buenas a todos.

No estoy desaparecida, es algo peor: estoy de mudanza, mejor dicho estoy de mudanza y tengo un fortísimo dolor de cabeza como consecuencia de la misma.

Al hecho de tener que cargar cajas, maletas y bolsas de viaje como una mula, hay que añadirle el pequeño detalle de que hay que hacerlo a unos 36 grados de temperatura. Por si esto no fuera suficiente, el miércoles duermo en mi nuevo piso y no tengo sofá, ni grifo en la pileta del baño. Esto último parece que se soluciona mañana pero lo del sofá va a tardar un poco más y me toca las narices un poco/bastante. Y si a eso le sumamos que la casera no deja hablar, no me deja explicarme ni a mi ,ni a mi compañera de piso y se limita a echar su rollo aunque no tenga nada que ver con el tema que se está tratando (aunque estoy convencida de que en su cabeza todo tenía sentido yo, por momentos, creí estar jugando al teléfono escacharrado), tenemos como resultado una jaqueca de las que hacen historia y pensamientos violentos bombardeándome el cerebro.

Soy una persona que odia que le digan lo que tiene que hacer y que la tomen por tonta, cuando detecto cualquier indicio de cualquiera de estas dos cosas, monto en cólera. Imaginaos la bilis que tuve que tragar cuando, entre otras cosas, tuve que aguantar una "master class" sobre como se cierra una puerta. Sí, amigos, habéis leído bien. Por bastante menos les he montado cada pollo a mis padres....

En fin, paso de envenenarme más que pretendo dormir bien (lo que el calor me permita, claro está) y sé que como siga así estaré cabreada toda la noche y parte de la mañana (probablemente hasta que salga a tomar café). Me quedo con lo a gusto y lo tranquilita que, seguro, voy a estar en mi piso superfabuloso (ya me veréis en "Quién vive ahí"). Podría decirse, que es mi primera casa y no voy a permitir que nada empañe este momentazo. Os iré contando pero más espaciadamente (lo mismo que no comentaré en vuestros blogs  tanto como me gustaría) puesto que no tengo, todavía, conexión a internet en el piso, pero no os perderé de vista y no abandonaré este blog. La opción de las cafeterías con wifi, está sobre el tapete.

¡Ah! se me olvidaba contar que la hora que puso la casera para quedar es a las 20:30, sí, la misma que, casualidades de la vida, la del partido de España. Conociendo el percal, calculo que tardaré como dos horas en recibir las llaves de marras. ¡Estupendo! Sin sofá y sin partido.

Nota al margen: para todos aquellos que comentastéis la entrada anterior, deciros que no cometí ninguna imprudencia al volante, siempre al máximo permitido. Que no quería sumar una multa a mis preocupaciones. Ya hice todos los kilómetros que necesitaba para relajarme y que, aunque no está solucionado el motivo de mis preocupaciones, convivo mucho mejor con ello. Por el momento no he necesitado más terapia de velocidad. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios de apoyo.



domingo, 20 de junio de 2010

Remedio para paliar la preocupación: una autovía y kilómetros por delante.

Un suponer:

Pongamos por caso que algo te preocupa enormemente y no hay manera de quitártelo de la cabeza por mucho que lo intentes y por mucho empeño que pongas en los métodos habituales que usas para abstraerte. Es decir, que no funciona:

- Dar un paseo.
- Tomar un cafecito.
- Ver una película.
- Tarde de playa.
- Ducha relajante tras la playa.
- Es domingo, por lo que el gimnasio no está abierto.
- No te apetece hablar con nadie de la preocupación en cuestión, es más, los esfuerzos de aquellos que lo saben no hacen otra cosa que empeorar tu estado. Y terminas pagando tu frustración con quién menos lo merece.

.........

Solución en 5 sencillos y simples pasos.

1) Subirse al coche.
2) Poner un disco repleto de canciones rock a toda pastilla. Nota: el volumen ha de ser tal que te de verdadera vergüenza bajar la ventanilla para pagar el peaje.
3) Encender el coche, meter primera, comenzar la marcha y fijar tu vista únicamente en la carretera.
4) Que todos tus pensamientos estén destinados a intentar no fruncir el ceño: la preocupación envejece, pero no vamos a acelerarla provocando una arruga que parezca la cuenca del Ebro.
5) Comenzar a correr todo lo que la prudencia y la ley te permita.

Cuando llegues a tu destino el motivo de tu preocupación seguirá martilleándote el cerebro, claro está, esto no es un milagro. Pero la opresión en el pecho que no te dejaba pensar con claridad habrá desaparecido, tu corazón bombeará con fuerza y notarás cada uno de sus latidos, llamadlo adrenalina o llamadlo X.

Tu cerebro empezará a reaccionar: la solución del problema no depende de ti, si dependiera de ti, todo sería mucho más fácil. Lo único que puedes hacer es buscar alternativas por si la dichosa solución no llega a darse, y pelear con todas tus fuerzas para que no te afecte. Y eso es exactamente lo que harás.

miércoles, 16 de junio de 2010

Cuando hay fútbol de por medio...

Tengo la teoría de que uno cuando hay un partido de la selección en un mundial o un europeo hace cosas que nunca se plantearía en su vida diaria sin competiciones internacionales. Para ejemplificar mi teoría no tengo ir muy lejos: yo misma.

No me considero una persona borde con los desconocidos, pero sí seca. Es decir, mantengo la corrección y la educación, sin excederme en la amabilidad, no es mala leche ni nada es simple y llanamente que no me sale ser de otra forma. Tampoco es que tenga un corazón gélido ¿eh? por ejemplo, no suelo hablar con los comerciantes de las tiendas a no ser que sean los llamados "de toda la vida" esos que me han visto crecer desde que me tenía que poner de puntillas para llegar al mostrador hasta la actualidad. También soy algo dicharachera con los habituales de mi vida cotidiana, kiosquero, camareros de las cafeterías a las que suelo ir etc. Es que cuando se ve la misma cara una y otra vez un par de veces por semana, cuando no es todos los días, pues nace cierta familiaridad y me suelto más.
Con el resto de los desconocidos y espontáneos que pasan por mi vida y que tienden a enrrollarse como una persiana cuando pillan alguien con quién hablar, no soy cortante pero mientras me hablan suelo estar pensando: "¿Por qué me cuentas tu vida si no te conozco de nada?"

Y, dicho esto, os expondré dos situaciones más o menos recientes en las que mando a tomar viento fresco mi habitual actitud.

29 de junio de 2008, partido Alemania-España correspondiente con la final de la Eurocopa. La Diputación Provincial de Pontevedra, se enrrolla y pone en la Plaza de la Herrería una pantalla gigante para que todos los pontevedreses viésemos en amor y compañía el partido más importante en la historia reciente de la selección. Gol de Torres y una servidora se abraza con los amigos con los que iba y comenta la jugada con todo lujo de detalles con todo desconocido que estuviese en un radio de 2 metros alrededor de ella.
El final del partido se acerca, el marcador es ajustado y María_MC está muy nerviosa. y sigue hablando con más desconocidos (los de antes y otros nuevos) estudiando detenidamente la psicología de cada cambio que Luis Aragonés hacía. Se pita el final, se desata la euforia y una ya no hace ascos a nada y se abraza con amigos y también con los desconocidos a los que sólo vi esa única vez en mi vida. Vamos a tomar algo para celebrar la victoria y me paro a hablar, cantar, abrazarme y botar (incluso todo a la vez) con cualquiera que se pusiera a corear la archiconocida canción de Manolo Escobar "Que viva España"

Segunda situación. Acontecida hoy mismo día 16 de junio de 2010. Voy a abstenerme de comentar cualquier aspecto táctico o técnico del partido, el que quiera eso que ponga a los Manolos, me disculparéis pero paso de cabrearme (otra vez).
Voy a ver el partido enfundada en la elástica del equipo nacional (por si tenéis curiosidad, no llevo ningún número) a una cafetería acompañada por un montón de compañeros de trabajo, algunos de los cuales también iban perfectamente uniformados.
Durante el partido únicamente comentarios y lamentos con mis compis. Acaba, voy un momento a la oficina a por mis bártulos y marcho para casiña. Una compañera me dice si no me saco la camiseta, tiro de orgullo patrio y digo que ahora más que nunca es cuando hay que ponerla. Y así también se aireaba que apestaba a tabaco y el lunes hay que volver a usarla. Camino de casa me encuentro a dos tipos con camisetas, gorros y maquillaje facial, obviamente se fijan en que llevo la camiseta puesta y me paran como si me conocieran de toda la vida. ¿Qué hago yo? ¿pasar sin mirar, como suelo hacer? Negativo, me meto en una tertulia a tres bandas en plena calle en la que se debatió pormenorizadamente la conveniencia o no de jugar con un sólo punta y si Del Bosque no supo plantear el partido.

Conclusión del estudio empírico: te conviertes en un desconocido incluso para uno mismo, cuando te enfundas la roja. Y vosotros, ¿qué opinais?

Nota al margen: seguro que lo del partido de hoy lo hicimos a propósito para quedar segundos de grupo, cruzarnos con Brasil en octavos, eliminarlos a las primeras de cambio y no terer que jugar con ellos en la final. Fijo.

domingo, 13 de junio de 2010

Crónica de una visitilla a la capital del reino. Capítulo II: Momentos Paco Martínez Soria

Lo primero de todo, se que llevo totalmente desaparecida bastantes días. Esta vez no hay excusa, en lo que se refiere a "mi vida blogger", estaba en plan totalmente vago. No me apetecía nada escribir y, teniendo en cuenta que defiendo a muerte que uno debe escribir por devoción y no por obligación, pues no lo hice. El día que empiece a considerar escribir aquí una tarea más y me suponga un agobio el no hacerlo pues será el momento de decir adiós a este chiringuito. Pero ya estoy de vuelta dispuesta a contar tres momentos del viaje a Madrid en los que quedó patente que no somos de la gran ciudad.


Momento 1: ni siquiera habíamos salido de Galicia, fue en el mismo aeropuerto de Santiago. Por favor, no empeceis a reiros ya. Por deferencia a nosotras podíais esperar a acaba de leer la anécdota ¿no?, vamos digo yo. Resulta que pasamos el control y nos dirijimos a la puerta de embarque. Avanzamos hasta que llegamos a una cola muy bien formadita sin nadie que se saliese de la fila ni nada. Paramos, mi amiga se sentó encima de su maleta y nos ponemos de palique. No caímos en la cuenta de que la gente a nuestro alrededor hablaba en inglés, estábamos espesas y no supimos ver las señales que había a nuestro alrededor. Tampoco nos hizo sospechar nada que, además de hablar en inglés, eran todos muy rubitos, muy del norte. Nosotras bla, bla, bla.... En esto oímos en un castellano perfecto: "¡Qué de pueblo somos, vemos una cola y ahí que nos ponemos" Ese grupo de chicos estaba en la misma cola que nosotras, es decir, en la del vuelo de Ryanair a Londres, no a Madrid. Nos miramos, miramos a los chicos que, en ese momento, pasaban a nuestra altura, nos encogimos de hombros y les confesamos que también nos habíamos equivocado. Menudo despiste ¿eh? ¡Uff!

Momento 2: no dio tiempo ni a reirnos a gusto de la situación 1, cuando la 2 ya estaba asomando. Llegamos a Madrid, dejamos las maletas y cogemos el metro. Hay carteles enormes y avisos por megafonía de que hay que hacer un transbordo en la propia línea porque hay un trozo de trayecto en obras. Pero a M. C. A. y a mí, no nos entró del todo en el disco duro. Creo que en ese momento no nos daríamos cuenta aunque lo anunciara una banda de música con mayorettes incluídas llevando un cartel con neones para comunicar a los alegres transeúntes el dichoso transbordo.
Nos montamos en el metro y otra vez a darle a la sin hueso. El hecho de que la gente se bajase del vagón y nos quedásemos solas, no nos dijo nada. No supuso ningún tipo de pista que hiciese que se nos encendiese la bombilla. Nosotras a lo nuestro. En esto, oigo por megafonía que se anuncia la parada de la que habíamos partido y se lo comento a mi compi: "M. que estamos otra vez aquí" Ella no se fía de mi oído y me dice que imposible, que no nos hemos bajado del vagón en ningún momento, que seguro que lo oí mal. Y en ese preciso instante, sin dejar que M. acabase su frase (un momento muy de sitcom americana) aparece ante nosotras el enorme cartel que indica que, efectivamente, nos encontrábamos de nuevo en el punto de partida. Esas somos nosotras, aunque llevásemos una camiseta con la frase "Somos de provincias", seguro que no se notaba tanto.

Cuando ya nos confiamos y nos dijimos a nosotras mismas que nos habíamos mimetizado totalmente con los madrileños. Incluso una camarera pensó que éramos de allí (decir que ella era andaluza, lo mismo ella también apestaba a provincias y no nos reconoció). El último día de estancia en la gran ciudad nos encontramos inmersas en la situación 3. Otra de metro, es que somos así de originales ¡ qué se le va a hacer!.

Vamos hacia el ratro, bajamos en la parada de La Latina. Todo el mundo debía de haber tenído la misma idea que este par de dos que somos nosotras y se dirigían hacia el rastro. No sabíamos que esta parada estaba más cerca del infierno que de la superficie terrestre y cuando bajamos y vemos la cola que se forma en las escaleras mecánicas, nos miramos con cierto aire de superioridad, sacudimos la cabeza en plan "paso-de-hacer-cola-que-parecemos-borregos" y nos ponemos a subir por las escaleras de toda la vida a la antigua usanza. Modernidades a nosotras ¡ja! Cuando íbamos por el tercer bloque de escaleras y nos dimos cuenta que nos faltaba el aire, no nos pareció tan mala idea lo de hacer una cola kilométrica para subir sin despeinarnos por las esaleras mecánicas, esa gente sabía lo que hacía, desde luego que sí. Entre jadeos (intentaré simular lo acabada que estaba con unas sencillas onomatopeyas) intentaba decir: "Estoy en forma, ¡ah! subo mogollón de escaleras en el gimnasio ¡ah! y no me canso ¡ah!, fijo que es porque estamos en ayunas ¡ah!, nos acostamos tarde ¡ah! y nos levantamos temprano ¡ah! es cansancio puro y duro !uff!. Ahora lo pienso y me pregunto porqué narices no me callaba y ahorraba energía que buena falta me hacía. Respuesta: mi orgullo de deportista estaba sumamente herido. Como castigo el lunes estuve una hora en el step.
Cuando llegamos a la calle hicimos un barrido visual rápido buscando una cafetería donde tomar algo. Todo vehículo necesita gasolina y nosotras estábamos en el límite, llevábamos bastante tiempo en la reserva.

Cuando en el rastro vimos unas chapas con la jeta de Paco Martínez Soria y la frase "la ciudad no es para mí" la tentación de comprárnoslas fue grande, pero el bochorno estaba cercano. Quizás la próxima vez.
En fin parroquia, sería un detallazo que intentaseis que me sintiese mejor, así que os propongo que me conteis alguna situación similar en la que os viesis inmersos. Sed buenos, y contádmela. Consideradlo la buena acción del día.

lunes, 7 de junio de 2010

Crónica de una visitilla a la capital del Reino. Capítulo I: El resumen de lo que hicimos.

Nuestra aventura comenzó el sábado de carnaval. De forma totalmente espontánea, a mi amiga M.C.A. y a mí se nos ocurrió ir a pasar un fin de semana a Madrid, sin ningún motivo especial ni nada, simplemente un viaje de desconexión y compras. Tras cambiar la fecha numerosas veces por intentar compatibilizar vidas y trabajos (hubo un momento en el que pensé que no lograríamos encontrar un fin de semana en el que ambas pudiésemos), planear, apañar días y demás monsergas llegó el gran día, viernes 4 de junio.
Pues nada, de buena mañana nos plantamos en el aeropuerto de Santiago de Compostela para tomar el avión que nos llevaría al tan ansiado destino. Una vez allí, fuimos a dejar nuestras maletas para comenzar cuanto antes a patear el centro, que tres días tampoco dan para tanto. El campamento base lo teníamos bastante a las afueras de Madrid, sólo diré que estábamos a media hora de metro de la Plaza del Sol, lo que implicaba algo fundamental que marcó el discurrir del viaje: una vez saliésemos de casa, para que compensase el día habría que tardar bastante en volver.
Tras poneros en antecedentes y, sin más dilación, ahí va lo que hicimos los tres días:

El viernes, una vez dejadas la maletas nos fuimos a Sol, donde comimos y estuvimos por los alrededores de paseo. Luego fuimos a la feria del libro, ante la pregunta de qué me compré, os contestaré que me autocastigué hace un mes a no comprarma más libros hasta que no les todo lo que me compré y que tengo pendiente, es decir, un total de 9 libros. A pesar de cumplir el castigo a raja tabla, me encantó el ambiente y disfruté como una enana del paseo entre tanto libro. Al acabar (me imaginaba que sería veces más grande que la de Pontevedra, pero mi imaginación se quedó totalmente corta), nos tiramos un rato a charlar en el césped del Retiro. Madre mía que paz, que gozada poder parar media hora de tu vida para sentarse a la sombra.
Cuando decidimos que era suficiente reposo nos dirigimos al Prado para justificar la parte cultural del viaje y justo en ese momento cerraban las puertas. Nosotras lo intentamos. De allí fuimos a tomar algo y cenar a la Plaza de Santa Ana y para casiña que estábamos algo cansadas.

El sábado fue el día grande de compras, entre pitos y gaitas estuvimos algo más de 16 horas en la calle. Tras la media horita de metro de rigor, nos dimos un buen homenaje en el desayuno y estuvimos por Gran Vía. Después de comer, Fuencarral y alrededores con parada obligada entre medias para tomar un cafecito en la terraza del Starbucks. Cuando empezamos a notar el cansancio a eso de las 9, nos sentamos a tomar algo y a hablar: que si te acuerdas de aquel jueves por la noche, aquella tarde en la biblioteca de la facultad de farmacia en la que no paramos de reir y gastarnos bromas, batallitas de residencia universitaria, que si cuál podría ser el destino del próximo viaje, que si deberíamos de hacer de este fin de semana algo anual, que si deberías ver tal serie, escuchar este grupo o leer aquel libro. Y, sobretodo, carcajadas a mandíbula batiente por doquier. El caso es que llegamos a casa pasadas las 3 de la mañana. Todavía estábamos riendo y cargadas de bolsas.
El domingo, como no podría ser de otra forma, fuimos al rastro. Era algo incuestionable: 2+2 = 4, la tierra es una esfera achatada por los polos y un domingo por la mañana en Madrid, se va al rastro y no hay discusión posible.
Comimos y, como le pillamos gustillo a eso de tirarnos al sol en el campito, pues ¡ale! a los jardines del palacio real. Aeropuerto, retraso de una hora en barajas y de vuelta a la vida real.

Se podría pensar que no hacía falta irnos a 600 km de Pontevedra para hacer lo que hicimos, que no fue nada fuera de lo habitual y, sin embargo, fue una pasada de fin de semana en el que de las 72 horas, tranquilamente 50 me las pasé riendo. Decía mi abuela que la buena conversación es el mejor alimento del alma. Mi alma ha engordado por lo menos 10 kilos en los últimos días.

Y en el próximo capítulo...... Momentazos Paco Martínez Soria del viaje. Esas situaciones en las que nos miramos y nos dimos cuenta de que apestábamos a provincias.

viernes, 4 de junio de 2010

Ausencia blogger

Buenas noches!
Lo se, he estado desaparecida desde el domingo, tanto de mi propio blog como en los vuestros y, me temo, lo seguiré estando hasta el martes. El motivo es bueno ¿eh? que nadie se me asuste: me voy de escapada de fin de semana.
Estos últimos días, el poco tiempo que he tenido para conectarme (he tenido una semana un poco/bastante de locos), ha sido siempre por temas relacionados con el viaje, ya sabéis, detalles de última hora que parece que basta con media horita y al final son dos horas con sus 120 minutos (todos y cada uno de ellos).
Y nada más por el momento, a la vuelta os contaré qué tal todo, me pasaré por vuestros blogs y os comentaré. Sed buenos en mi ausencia y lo más importante: disfrutad del fin de semana!